En ocasiones el temor a no volver a ser sorprendido me asalta con sus visiones de un futuro en el que todos los juegos son tan aburridos como el Tomb Raider o el Mario 64, pero por fortuna la genialidad -o puede que la anormalidad- del ser humano siempre está ahí para salir al paso con un tiranosaurio corredor, dos paredes láser y una rueda de la fortuna.
A que lo flipan, chavalotes.
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