Los viernes entro a trabajar una hora antes, lo que en esta época del año implica que el camino hacia la oficina lo recorro en pleno amanecer. Estando a pocos metros de llegar a la Plaza Mayor me he fijado en que la luz estaba en ese punto en el que el cielo adquiere un color rosado intenso; esa luz se ha reflejado en las paredes de los edificios haciendo que la piedra de Villamayor abandonase su habitual tono dorado y mostrase un color asalmonado.
Pensé que era un efecto verdaderamente bonito que otros días no había podido apreciar. No le di mucha importancia hasta que llegué a la misma Plaza Mayor, cuando casi me lo hago encima debido a la combinación que formaban la simetría barroca y la luz salmón pastel que reflejaba la piedra franca.
Qué bonito es el mundo a veces ¿No?
1 comment:
Es usted un pajero de mi calibre, Mr Quemador. Yo he sido testigo de un unicornio fotográfico en la casa de campo durante las mañanas de primavera cuando entraba a trabajar al amanecer. Son las cosas buenas de tener los ojos abiertos y un corazón decimonónico
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