Thursday, February 19, 2015

Stendhalazo

Los viernes entro a trabajar una hora antes, lo que en esta época del año implica que el camino hacia la oficina lo recorro en pleno amanecer. Estando a pocos metros de llegar a la Plaza Mayor me he fijado en que la luz estaba en ese punto en el que el cielo adquiere un color rosado intenso; esa luz se ha reflejado en las paredes de los edificios haciendo que la piedra de Villamayor abandonase su habitual tono dorado y mostrase un color asalmonado.
Pensé que era un efecto verdaderamente bonito que otros días no había podido apreciar. No le di mucha importancia hasta que llegué a la misma Plaza Mayor, cuando casi me lo hago encima debido a la combinación que formaban la simetría barroca y la luz salmón pastel que reflejaba la piedra franca.

Qué bonito es el mundo a veces ¿No?

1 comment:

Lord Henry Wotton said...

Es usted un pajero de mi calibre, Mr Quemador. Yo he sido testigo de un unicornio fotográfico en la casa de campo durante las mañanas de primavera cuando entraba a trabajar al amanecer. Son las cosas buenas de tener los ojos abiertos y un corazón decimonónico