¡Ah! ¡Estos sueños me aniquilan,
mi cerebro se enloquece...
y esos mármoles parece
que estremecidos vacilan!
Sí, sí; ¡sus bustos oscilan,
su vago contorno medra...!
Pero don Juan no se arredra
¡alzaos, fantasmas vanos,
y os volveré con mis manos
a vuestros lechos de piedra!
No, no me causan pavor
vuestros semblantes esquivos;
jamás, ni muertos ni vivos,
humillaréis mi valor.
Yo soy vuestro matador
como al mundo es bien notorio;
si en vuestro alcázar mortuorio
me aprestáis venganza fiera,
daos prisa; aquí os espera
otra vez don Juan Tenorio.
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