Tuesday, December 24, 2013

Era la víspera de Navidad...

Era la víspera de Navidad y todos los niños se sentaron en torno al viejo cuentacuentos. Estaban dispuestos, como cada año, a deleitarse con una de sus divertidas y aleccionadoras historias.

-Este año -dijo el anciano- os leeré la historia del Conejito Ácido y de sus terribles hermanos, esa panda de asquerosos hooligans. Porque recordad, niños, que hay que saber qué se mete uno y cuánto puede meterse antes de convertirse en un idiota insoportable.

En ese momento, Timmy, el más pequeño de los muchachos pero sin duda el más listo de todos se levantó y habló con la voz propia de un ángel.

-¿No es verdad, viejo cuentacuentos, que la farlopa te convierte en un idiota insoportable te metas la cantidad que te metas?

Una amplia sonrisa se dibujó en la cara del cuentacuentos.

-Es muy cierto, pequeño Timmy. Pero también es cierto, por lo que se ve, que tú no necesitas farlopa para ser un listillo soplapollas, así que ahora haz el favor de sentarte y déjame leeros el puto cuento.



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