Nuestros descerebrados campeones dedican su tiempo libre entre copa y droga a aleccionar al relevo generacional.
Y, de regalo, el regreso de Las Miserables Aventuras de Lapo -no lo busquen en los archivos, las anteriores entregas tienen más de diez años y jamás vieron la luz por miedo a que su autor, servidor, fuese encarcelado-.
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