Mi obsesión por la cultura subpopular (y subrayo lo de sub) me lleva en ocasiones a disponer de conocimientos y aficiones que hielan la sangre en las venas de algunos de mis conocidos más íntimos.
La misma expresión de esa obsesión que me obligó a seguir la carrera de las Spice Girls (incluso tras su ruptura, aunque lo dejé relativamente pronto) y a ver su película de pe a pa me llevó por el oscuro camino de la adoración (en un sentido puramente cárnico) hacia Britney Spears.
Con el paso de los tiempos Britney ha pasado por los estadios de:
Y es ahí donde quiero llegar, a su definitivo estado de jamona pelinegra y bipolar.
¡Mi mujer ideal!
¿No es tan encantadora como un corderillo hasta las orejas de Diazepán?
¡Viva el amor demente!
¡Viva lo bipolar!